El 11 de diciembre de 1997 los países industrializados se comprometieron, en la ciudad de Kioto, a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero. Allí nace El Protocolo de Kioto sobre el Cambio Climático; un acuerdo internacional que se realizó dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Los gases que se buscan reducir en el tratado son el dióxido de carbono, el gas metano, el óxido nitroso y 3 gases fluorados (HFC, PFC y SF6), en un porcentaje de mínimo 5% (a nivel global) entre el 2008 y el 2012, en comparación con las emisiones de 1990.
El objetivo principal es disminuir el cambio climático antropogénico, que tiene como base es el efecto invernadero. Según la ONU, la temperatura media de la superficie del planeta aumentará entre 1,4 y 5,8 °C de aquí al 2100, y los inviernos serán más fríos. Según la Comisión Europea en Kioto: "Estos cambios repercutirán gravemente en el ecosistema y en nuestras economías". Todo esto no es un secreto para nadie, pero parece ser que no muchos comprenden en realidad su significado e implicaciones.
En el Protocolo de Kioto no se lograron compromisos respecto a la energía nuclear, que quedó excluida de los mecanismos financieros de intercambio de tecnología y emisiones, y aunque no es una solución perfecta, es una salida viable como tecnología clave para mitigar el calentamiento global.
Desde 1997 se estableció que el protocolo se haría efectivo y de obligatorio cumplimiento, cuando los países industrializados, responsables de más de la mitad de las emisiones de GEI, se ratificaran. El protocolo entró en vigor después de que Rusia y la Unión Europea se ratificaran y comenzaran una renovación e inversión en tecnologías más ecológicas que ayuden a disminuir el calentamiento global.
Los países en vía de desarrollo no se ven obligados por el Protocolo a disminuir sus emisiones, pero el Protocolo les pide dar señas de cambio, posición que en la actualidad ha entrado en conflicto, ya que países en vía de desarrollo como China e India son responsables de grandes cantidades de emisiones de GEI.
Los países participantes y su compromiso a reducir sus emisiones de GEI (en %)antes del 2012, están a continuación:
-La Comunidad Europea (8%) (Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Mónaco, República Checa, Rumania y Suiza)
-Estados Unidos (7%)
-Canadá, Hungría, Japón y Polonia (6%)
-Croacia (5%)
-Federación Rusa, Nueva Zelanda y Ucrania se mantendrían en sus emisiones de 1990.
-Noruega, Australia e Islandia podrían aumentar sus emisiones en 1%, 8% y 10% respectivamente.
La unión de Estados Unidos al tratado fue netamente simbólica pues no ratificó el acuerdo. En el 2001 el gobierno de EEUU se retiró completamente del protocolo, diciendo que consideraba la aplicación del Protocolo como ineficiente. Esto es contradictorio y polémico cuando vemos que teniendo EEUU sólo 4% de la población mundial, es el mayor consumidor de energía fósil y es el mayor contaminante del mundo.
El Protocolo cuenta con una falla. Cada país tiene derecho a emitir un número limitado de DEI; algunos países emiten menos que lo que les es permitido, y otros emiten más; entonces, los países que emiten menos pueden vender a los países q emiten más su permiso a emitir más gases. Es decir, el tratado que busca soluciones ecológicas por un bien que todo necesitamos, se ha convertido en algo de negocio.
Este tipo de posiciones por gobiernos tan poderosos es supremamente decepcionante. Es inevitable ver como la avaricia del hombre, como la ambición de un país, se defiende con razones que no son lo suficientemente válidas, para abstenerse de participar en algo que trae un beneficio ecológico, pero que de cierto punto de vista puede afectar la economía del país a corto y mediano plazo.
Es completamente lógico que la aplicación del protocolo de Kioto trajera repercusiones en la economía. Al aplicarlo, para poder cumplir las metas propuestas en realidad, sin vender créditos de emisiones, los países más desarrollados tendrán que hacer un gran cambio y eventualmente todos los países alrededor del mundo lo tendrán que hacer también.
La economía de nuestro mundo depende de la producción y el consumo. Para lograr cumplir con lo que nos exige la economía utilizamos muchos métodos que general GEI. Entonces, llevando lo propuesto por el tratado de Kioto al extremo, las medidas a tomar podrían llegar a ser: eliminar los camiones, cambiar los carros actuales por unos más pequeños que funcionen con energía eléctrica, caminar y utilizar más la bicicleta, reducir los aviones, prohibir importaciones y consumir sólo alimentos locales, volver a hacer cosas a mano, hacer grandes inversiones en energías alternativas, etc.
En realidad, para que haya un cambio que de verdad se note en el clima, las medidas tendrían que ser extremas. Esto quebrantaría totalmente la economía actual, y el mundo no está preparado para enfrentarlo. Debemos decidir entre cambiar nuestra economía o dejar que el clima siga cambiando como lo está haciendo.
Una medida posible sería modificar la economía. Encontrar un sistema económico que sea más flexible a cambios en el comportamiento normal de las industrias, economías que apoyen más a los países más pobres. Buscar una economía que esté mejor preparada a enfrentar cambios.
Sería importante que los países que optan por proteger su economía sin darle privilegio a su planeta, se dieran cuenta que los cambios climáticos podrían traer consecuencias que ni todo el dinero del mundo podrían arreglar. Los países deben ser más conscientes.
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